Esto es lo que sucede con un bebé cuando nace en la cárcel

En México hay nueve mil mujeres privadas de la libertad en el sistema penitenciario que también son madres de menores de edad; así como otras mil 500 que están embarazadas en reclusión. Vivir la maternidad bajo estas condiciones representa un desafío enorme.

En respuesta, la Fundación Familiar Infantil (FUNFAI) ofrece hogar, cuidados y educación a estos niños y niñas, en el camino a la reinserción de sus madres.

Esta organización civil surgió hace 35 años ante la alta vulnerabilidad en la que viven cientos de niñas y niños con sus madres en las prisiones, invisibles a los ojos de la sociedad. Por medio de una casa hogar, capacitación de tutores y acompañamiento a las madres presas, han logrado cambiar la vida de más de mil 500 menores. Para poder financiar sus actividades, se apoyan en las donaciones.

“Estos niños no son un daño colateral. Son nuestro futuro, nuestra esperanza, y necesitan de nosotros hoy más que nunca. Encontré en esta fundación un lugar donde la compasión y la acción se encuentran, donde no se juzga, sino que se tienden manos para levantar y ofrecer nuevas oportunidades”, explica Daniel Basuro, organizador de una colecta solidaria en apoyo a la fundación.

Las leyes establecen que las madres privadas de libertad tienen derecho a la maternidad y lactancia, a conservar la custodia, y a los medios para su cuidado. Cifras de la organización Reinserta revelan que el 83% tienen entre uno y tres hijos o hijas menores de edad; más de la mitad se convirtieron en madres antes de cumplir los 18 años, cuando todavía eran adolescentes.

En la mayoría de los casos, sus hijas e hijos quedan bajo los cuidados de familiares como sus abuelas, tías o su padre biológico durante años. Lamentablemente, algunos enfrentan problemas emocionales.

Mientras que en el caso del embarazo en prisión, a las madres se les debe ofrecer atención médica especializada durante la gestación, parto y puerperio. Además, pueden vivir con sus criaturas dentro de los centros penitenciarios hasta los tres años de edad.

Se estima que hay alrededor de 500 niños y niñas en esta situación, que viven una cruda realidad expuestos a lenguaje no adecuado, cateos, contacto con drogas, peleas y motines, e incluso encierro durante todo el día. Esto les provoca cambios de humor, trastornos del sueño y alimenticios.

En respuesta, FUNFAI les ofrece una casa hogar en la Ciudad de México donde tienen cuidados básicos como una alimentación balanceada, higiene y vestimenta, pero también educación, acompañamiento psicológico y entretenimiento. Además entran en programas de vinculación familiar por medio de llamadas y visitas a los centros penitenciarios con miras a la reinserción social de sus madres.

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