Una dieta más sana y un planeta más saludable: LabDO
El consumo mundial de alimentos por sí solo podría agregar casi 1°C al calentamiento global para el año 2100, y el 75% de este calentamiento es impulsado por alimentos que son altas fuentes de metano (carne de rumiantes, lácteos y arroz), de acuerdo con una investigación publicada en la revista científica Nature.
Dicho estudio señala también que más del 55% del calentamiento global previsto se puede evitar mediante mejoras simultáneas en las prácticas de producción, así como la adopción universal de una dieta saludable y la reducción del desperdicio de alimentos a nivel de consumidores y minoristas.
Asimismo, esta publicación, consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), detalla cómo diversos especialistas diseñaron un modelo para la evaluación del cambio climático, en la que se integró información desde el año 1765 a la fecha, para poder crear distintos escenarios rumbo al 2100 que permitan evaluar y tomar acciones sobre la producción y consumo de alimentos en el mundo, así como el manejo y emisión de los distintos gases de efecto invernadero.
Es importante saber cómo y dónde se producen los alimentos, ya que en distintas condiciones pueden tener enormes diferencias en el impacto ambiental. Por ejemplo, el ganado vacuno criado en tierras deforestadas es responsable de 12 veces más emisiones de gases de efecto invernadero que aquellos criados en pastos naturales. Este tipo de carne proveniente de América del Sur produce, en promedio, 3 veces más gases de efecto invernadero que la carne producida en Europa y utiliza 10 veces más tierra.
En el mismo sentido, la Secretaría especial de Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) han estimado que los alimentos generaron hasta un 37% de las emisiones provocadas por el hombre.
Por su parte, una investigación dirigida por Sam Myers, director de la Alianza para la Salud Planetaria de la Escuela Chan de Harvard, descubrió que al exponer cultivos alimentarios como el trigo, el maíz, el arroz y la soja a los niveles de CO2 previstos para 2050, las plantas pierden hasta un 10% de su zinc, el 5% de su hierro y el 8% de su contenido de proteínas.
“Las decisiones que tomamos todos los días (cómo calentamos nuestros hogares, qué comemos, cómo nos desplazamos, qué elegimos comprar) están haciendo que nuestros alimentos sean menos nutritivos y poniendo en peligro la salud de otras poblaciones y generaciones futuras”, resalta Myers.
Respecto a cómo ayudar a aminorar el impacto en el mundo por la producción de alimentos, la Comisión EAT-Lancet ha presentado, a partir de evidencia científica, una dieta especial denominada “La dieta de la salud planetaria”, en la que se sugieren pautas para rangos de diferentes grupos de alimentos que, en conjunto, constituyen un régimen alimenticio óptimo para la salud humana y la sostenibilidad ambiental.
Esta dieta hace hincapié en una mayor ingesta de plantas, cereales integrales, frutas, verduras, nueces y legumbres; porciones significativamente menores de carnes y lácteos. Y considerando que el adulto medio necesita 2 mil 500 kcal al día, esta cantidad variará según la edad, el sexo, los niveles de actividad y los perfiles de salud, ya que el consumo excesivo es un desperdicio de alimentos, con costos tanto para la salud como para el medio ambiente.